Monumentos

Castillo Templario 


El castillo fortaleza de Fregenal fue encomendado a la Orden del Temple en el siglo XIII, fecha en la que aparecen las primeras referencias documentadas sobre el edificio.
El recinto dispone de siete torres, de las cuales sobresale la torre del Homenaje, sobre la que se edificó un campanario con reloj en el siglo XVIII. La Torre de Santa María, la segunda en orden de importancia dispone, bajo los balcones del campanario de la iglesia, de un reloj al que le falta la maquinaria. En otra de las torres, llamada “Del Polvorín”, es donde se ubicara posiblemente la antigua cárcel de la fortaleza.
Al edificio se accede por una portada con arco ojival, construida en sillería, y sobre la misma se observa un escudo y un matacán.
Dentro de la fortaleza se encuentra la Plaza de Toros, construida en los años finales del siglo XVIII, y el Mercado de Abastos, de comienzos del siglo XX.

Iglesia de Santa María de la Plaza

Considerada como la Iglesia Mayor de la población, y como la más antigua e importante, aparece adosada al Castillo.
Levantada a finales del siglo XIII y remodelada en el siglo XVII presenta una nave central rectangular con una capilla adosada por el lado de la epístola, conocida como capilla del Sagrario.
Al edificio se accede por una portada en forma de arco levemente apuntado que descansa sobre dos columnas de estilo románico, anunciando el estilo protogótico.
En el interior, la bóveda de medio cañón con lunetos cubre la nave central y los seis retablos adosados al muro, excepto al ábside que está cubierto por una cúpula sobre pechinas.
En el retablo mayor, fechado en el siglo XVIII (1732-1740), llaman la atención cuatro columnas que soportan un arco mixtilíneo. El conjunto tiene como imagen principal a la Virgen María, y a su derecha e izquierda Santa Lucía y San Lázaro respectivamente.
Sobresalen también por su interés artístico la escultura del Cristo de la Caridad, del siglo XVI, y la imagen de San José.
En el orden pictórico destacan los lienzos de la Virgen de Guadalupe, del siglo XVII, situado en el coro, y los de San Antonio Abad y la Virgen Pastora, fechados en el siglo XVIII.
El órgano es obra de José Larrea, labrado en Llerena en el siglo XVIII. Los confesionarios, ambos ricamente adornados, son atribuidos a Enrique Granero.
En la capilla del Sagrario, del siglo XVIII, se encuentra la imagen de la Virgen del Rosario y un pequeño mausoleo de la familia Vargas Zúñiga Jaraquemada, así como las imágenes de San Sebastián y San Roque.

Iglesia de Santa Ana

La iglesia de Santa Ana se encuentra en uno de los barrios más populares de la ciudad. Rodeada de grandes casas solariegas y antiguos palacios, acoge en su interior una importante muestra de la riqueza local, cuyo máximo exponente es el retablo mayor, sobresaliente obra del renacimiento bajo extremeño.
El edificio ha sufrido continuas reformas a lo largo de la historia. Desde su construcción primitiva en el siglo XVI hasta las ampliaciones hechas cuatro siglos después.
Exterior
De la fachada de la iglesia destaca la torre-campanario de planta cuadrangular, así como tres gárgolas que se encuentran próximas a ella.
Interior
El edificio tiene planta de cruz latina, está rematada con un ábside poligonal de tres cuerpos, cubierto con una bóveda de crucería. El resto de la nave, dividida en seis tramos, se remata con bóveda de cañón con lunetos.
Retablo Mayor
Surgido dentro de un período de una intensa actividad artística durante el siglo XVI, atribuido al artista flamenco Roque de Balduque y fechado, probablemente, en la segunda mitad del siglo XVI, el retablo mayor de la Iglesia de Santa Ana está considerado por numerosos autores como una de las obras más brillantes de la baja Extremadura en este tiempo.
Está diseñado en forma de tríptico, cuya temática combina historias de la vida de María y escenas de la pasión de Cristo. Su decoración y composición es plateresca aunque se ha prescindido de la pintura.
La iconografía del retablo queda descrita de la siguiente forma:
En el banco se representan las siete virtudes, los Doctores, Confesores y Mártires. Justo encima del banco, aparece San Juan Bautista, seguido del encuentro de San Joaquín con Santa Ana, San Pedro, Santa Ana y la Virgen, San Pablo, Natividad de la Virgen, San Andrés, San Lucas, entrada de Jesús en Jerusalén, San Juan, Asunción de la Virgen, San Mateo, Ecce Homo, San Marcos, apóstol desconocido, Caída del Señor, Santiago, Resurrección, San Bartolomé, Ascensión, apóstol desconocido, San Esteban, Pentecostés, San Lorenzo, el Buen Ladrón, Cristo crucificado flanqueado por María y San Juan y el Mal Ladrón.
Retablos menores
Seis retablos menores se reparten por toda la iglesia, en los que se veneran a la Virgen del Socorro, Sagrado Corazón, Virgen del Carmen, San Antonio, Nacimiento y Ánimas. Pueden datarse, a excepción del Nacimiento, en el último tercio del siglo XVIII.
Retablo del Nacimiento
De notable riqueza artística, el retablo del Nacimiento está formado por un conjunto de figuras talladas en madera. En él aparecen La Virgen, San José, El Niño, cinco pastores, el buey y la mula. Se fecha en el siglo XVII y probablemente proceda del Colegio de los Jesuitas.
Capilla del Sagrario
De marcado estilo renacentista, la capilla dispone de una cúpula que estuvo decorada con pinturas al fresco de temas eucarísticos.
El sagrario, de unos ciento cincuenta kilos de plata y atribuido a los talleres ARPE de Madrid, fue costeado por la población, está fabricado en plata de ley repujada y dorada en oro fino y enriquecido con esmaltes, perlas y piedras preciosa. Se compone de dos cuerpos. El primero o cuerpo inferior lleva un juego de doce columnas de mármol y plata dorada y está rematado con un Evangelista en plata en cada esquina.
El segundo cuerpo o cuerpo superior está formado por una segunda cúpula adornada por doce hornacinas, tres en cada lateral, con doce Apóstoles en marfil y rematada en una cruz latina, con nueve esmeraldas sostenidas por dos ángeles.
La custodia, que remata todo el conjunto, es de tipo sol y fue costeada por don Román García Blanes en 1956.
En esta capilla también se encuentra la imagen del Cristo yacente, obra fechada entre el siglo XVI-XVII, y que según el antiguo cronista de la ciudad, era habitual crucificarlo en el llano de Santa Ana durante la celebración de la Semana Santa.
Capilla de Bravo Murillo
La capilla, que responde al estilo Neoclásico, fue el lugar elegido para enterrar al ilustre político Juan Bravo Murillo, nacido en Fregenal de la Sierra el 9 de Junio de 1803.
El honorífico frexnense permanece enterrado en esta capilla junto a las cenizas de sus padres desde 1873, año de su muerte.
Otras muestras artísticas
Obras de interés son también, el púlpito, plataforma desde la que se predicaba la misa, que es de fábrica gótica, realizado en granito y decorado con motivos vegetales.
Así como dos bancos situados a uno y otro lado de la puerta de entrada de la sacristía y coro. Están fechados en 1730 y tienen talladas en los respaldos dos cruces llamadas de camino o calvario.
En la sacristía de la iglesia también se encuentra una modesta colección bibliográfica donada por Juan Bravo Murillo y que contiene libros en su mayor parte de Derecho Civil Canónico, Textos de Hacienda, Filosofía, Teología e Historia.
En el orden pictórico, destaca el lienzo atribuido a Ignacio Estrada en el que se representa a la Virgen llevando de la mano a San Joaquín.

Iglesia de Santa Catalina

La Iglesia de Santa Catalina, cuyos orígenes se fechan en el siglo XV, se muestra al visitante con una sencilla fachada del siglo XVII, compuesta por una puerta adintelada con vano rectangular bajo un óculo y rematada por una torre campanario.
El templo dispone de otra segunda entrada, situada en el lado del evangelio que fue construida con sillería adornada por un frontón partido rematado por volutas.
Interior
Tiene planta basilical, con tres naves separadas por pilares de granito de sección octogonal sobre los que voltean arcos apuntados de ladrillo.
Sobre la nave central una cubierta de madera de estilo mudéjar (S. XVI) con tirantes adornados por estrellas de ocho puntas.
El altar mayor, en el que se encuentra el Cristo del Perdón (S. XVII) atribuido a la escuela de Martínez Montañés, está cubierto por una bóveda de aristas.
En el lateral del Evangelio, está el camarín de la Virgen de la Salud, decorado con un retablo del siglo XVIII y un sagrario de plata cincelada del siglo XX. Un atractivo conjunto de retablo y ornamentos que guardan la imagen de la Virgen de la Salud.
Aparte de la Virgen de la Salud, existen otras dos importantes imágenes en buen estado de conservación. La primera de ellas, la Virgen con Niño, está fabricada en terracota y muestra a la Virgen de pie sujetando al niño con su brazo izquierdo.
La segunda imagen, conocida como la Piedad es una escultura de barro cocido que representa a la Virgen sentada con Cristo en su regazo. Ambas se datan en el siglo XV y su autoría se atribuye a Mercadante de Bretaña.
En la primera capilla del lado de la epístola se pueden contemplar unas pinturas del siglo XVII que se encuentran en su bóveda. Son 56 retratos y 7 dibujos que representan a Santos, Apóstoles y Papas, realizados a la grisalla en tonos blancos, negros y grises.
Por último, el visitante encontrará a ambos lados de la entrada, en el interior, dos pilas de agua bendita realizadas sobre dos capiteles procedentes de Nertóbriga.

Santuario de Ntra. Sra. de los Remedios

El Santuario de los Remedios es el resultado de sucesivas remodelaciones y ampliaciones desde los siglos XVI al XVIII. Responde al canon barroco.
El atrio está compuesto por una arquería de medio punto de ladrillos y columnas de granito de fuste liso con basamentos que sustentan la techumbre de madera.
Interior
El templo es de planta rectangular, de una sola nave cubierta con bóveda de cañón con fajones. En sus laterales aparecen capillas hornacinas y entre ellas pilastras decoradas con óleos sobre tela de Pérez de Acoca, del siglo XVII.
Camarín
En el interior, destaca el camarín (construido en 1750) donde se encuentra la imagen gótica de la Virgen de los Remedios, figura estilizada con túnica ornamentada con florecillas, vestida a partir del siglo XVIII. La Virgen sostiene en sus brazos al Niño, conocido popularmente como “Luquitas”, en honor al torero llamado Lucas que lo donó.
Del rico ajuar destacan los mantos y la Corona regalados por el pueblo. Cuatro ángeles candeleros del siglo XVIII alumbran la imagen de la Virgen y del Niño.
Sala de los Hijos Ilustres
Atractivos son también los retratos que se encuentran en la Hospedería del Santuario. Algunos de ellos son ficticios y todos están dedicados a personajes nacidos en Fregenal de la Sierra.
Parece ser que el impulsor de esta galería fue el cura Rafael Martín Moreno, mayordomo de la Virgen de los Remedios, que en 1824 ofrece las primeras noticias sobre los retratos.
La serie se inicia cronológicamente con tres ficticios, San Eutropio, San Teopompo y San Exuperancio, personajes cuya creación es resultado del intento de retrotraer hasta los comienzos de la era cristiana los orígenes de la población.
Los siguientes personajes, ya plenamente históricos, son de la Edad Moderna, predominando, hasta el siglo XVIII, los pertenecientes al estado eclesiástico.

Palacios y casas solariegos


Barrios como el de Santa María y Santa Ana poseen un rico y atractivo conjunto de casas solariegas pertenecientes en su mayoría a las numerosas familias nobles que se asentaron en Fregenal.
La mayoría de estas casonas se construyeron a partir de un patio central con arcos de medio punto y con enormes portadas de piedra adintelada. Las ventanas y balcones de se encuentran vigilados por atractivas rejas de forja y las cornisas, molduras y escudos de armas de las familias enriquecen la apariencia de estos edificios.

Convento de los Jesuítas

Fechado en el siglo XVII debe su construcción a Don Alonso de Paz, quien manifestó en su testamento la voluntad de construir un Colegio de P.P. de la Compañía de Jesús para que se impartieran clases de Gramática, Artes, Filosofía y Teología y en cuya iglesia, en la Capilla Principal, se depositaron sus restos y los de sus herederos.
Del edificio, que ocupa toda una manzana, solo quedan los muros principales y la fachada la cual aparece adornada por los escudos de armas de Don Alonso de Paz y de la Condesa de la Espina, que lo convirtió en casa solariega después que los Padres Jesuitas fueran expulsados.

Convento de la Paz

Encomendado a la Orden de las Madres Agustinas es el único convento que en nuestros días permanece habitado y abierto al culto.
El edificio fue fundado por Alonso de Paz que dejó ordenado en su testamento la construcción del edificio junto con el colegio de los Jesuitas.
En unos cuatro años (desde 1602 hasta 1606) concluyó la obra, siendo habitado en 1606.
Al edificio se accede por una puerta principal con vano y con forma de arco de medio punto.
Las monjas en la actualidad elaboran exquisitos dulces artesanos que venden en el propio convento, como son perrunillas, bizcochos de almendras, nevaditos...

Convento de San Franciasco

La fundación del convento se data en 1563, tras resolverse la polémica entre los representantes de las provincias franciscanas de San Gabriel y San Miguel, que llegaron a fundar dos comunidades distintas en sendas ermitas de la localidad, las de San Antón y los Mártires.
Fueron los frailes de la provincia de San Miguel los que consiguieron la autorización definitiva, de manera que pudieron trasladarse a la actual situación del convento, cuyas obras se iniciaron en ese momento. La primera piedra se puso el 7 de junio y el 20 de agosto, por comisión del obispo de Badajoz, se bendijo una primera iglesia, celebrando los oficios Fr. Juan Venegas, primer guardián del nuevo convento. Dos días después, según la crónica, se trasladó la comunidad desde la ermita de los Mártires en una procesión en la que participaron las autoridades civiles y eclesiásticas y representantes de los conventos de Segura de León, Cumbres Mayores y Santa Clara de Fregenal.
Las obras del edificio se prolongaron durante varias décadas, consagrándose la nueva iglesia en 1619, destacando la labor del padre guardián fray Juan Méndez, que fue el responsable de conseguir los fondos necesarios, mayoritariamente procedentes de la piedad de los fieles y de los fondos del Concejo local, que se convierte en patrono del convento.
A la vista de los restos materiales del edificio se deduce que es en el siglo XVIII, probablemente a partir de sus décadas centrales, cuando la comunidad consiguió los fondos económicos suficientes para realizar una amplia serie de obras de ampliación y reforma del edificio, complementadas con trabajos de ornamentación de todo el interior, algunos restos de los cuales han conseguido superar el paso del tiempo y la incuria de los hombres.
De la historia del convento hay pocos datos. Se sabe, sin embargo, que desde principios del siglo XVII se ubicaban en él tres cofradías, las de San Diego, San Antonio de Padua y la de la Santa Cruz. Se documenta también la existencia de una capilla dedicada al Dulce Nombre de Jesús Nazareno, para la que se construye un retablo nuevo en 1728, obra de Sebastián Jiménez.
En 1820-1821 la comunidad pudo eludir, en razón del número de religiosos que la componían en esos momentos, la desamortización del Trienio Liberal. Moraban entoncesen él un total de veintiún religiosos, cifra menor que la existente en los siglos anteriores, hecho que se deduce de la existencia de treinta celdas.
En cambio, el convento no sobrevive a la Desamortización eclesiástica de 1835-1836, momento en que se disuelve la comunidad y sus bienes, incluyendo el propio edificio, son incautados por el Estado, a excepción de la iglesia.
Esta continúa abierta al culto al menos hasta la década de 1860, cuando debe ser cerrada por el hundimiento del tramo de bóveda más cercano al presbiterio, sin que se consiguiera reunir la cantidad necesaria para su reparación. A partir de entonces sufrió un completo abandono, que la llevó a una situación de práctica ruina.
El resto del convento, tras su incautación por el Estado, fue cedido en propiedad en 1849 al Ayuntamiento de Fregenal, quien lo dedicó a diversos usos (cuartel, escuelas, ayuntamiento, etc.) hasta la década de los sesenta del siglo pasado, lo que permitió su conservación más o menos íntegra. Tras su abandono, sufrió un rápido proceso de degradación y saqueo, hasta que en 1995 se inició su proceso de restauración, bajo la dirección del arquitecto Vicente López Bernal, que ha conseguido convertirlo en una de las piezas más valoradas del patrimonio de Fregenal.


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